LECCIONES EMPRESARIALES DE «LA ROJA»
El triunfo de España en el Mundial de Fútbol permite extraer grandes lecciones de gestión, como la apuesta por el talento, el trabajo en equipo y el compromiso con la sociedad.Este año, por primera, España unió a sus muchos jugadores con talento para ganar el Mundial de fútbol de la FIFA. Cientos de miles de seguidores salieron a las calles de Madrid para celebrarlo y dar la bienvenida a sus héroes tras la victoria del equipo ante Holanda (1-0) en la prórroga de un domingo de verano. Esas masas gritaban con entusiasmo tras meses de agitación política, pesimismo económico, una crisis sobre la deuda, un 20% de paro y la lucha entre las regiones nacionalistas para obtener una mayor autonomía del Gobierno central.
El equipo español siempre ha tenido mucho talento, pero hasta ahora no había conseguido aunarlo. ¿Qué lecciones pueden extraer España y el mundo de la victoria en el Mundial? En última instancia, lo que logró el éxito fue la confluencia de los objetivos institucionales, del equipo e individuales.
Andrés Iniesta se incorporó a La Masía con 12 años, una lección que podrían aprender las empresas: formar con devoción y desde dentro a sus mejores talentos.
España tenía como misión jugar de forma creativa (pasar, mover, pensar, actuar en lugar de reaccionar) y ahí encontró el enfoque ganador. ¿Qué nos puede enseñar este ejemplo de liderazgo y excelencia, conseguido a través del máximo trabajo en equipo, sobre la colaboración para conseguir ganancias económicas a medida que la economía mundial vuelve a coger impulso?
La base del equipo español se encuentra en una pequeña pero famosa academia para jóvenes de Barcelona: La Masía. Allí, nueve de los jugadores españoles pasaron años perfeccionando sus estilos individuales basados en una técnica excepcional.
Deberíamos aprender de su compromiso a largo plazo. La escuela, creada en 1979, ha formado atletas que aprenden el arte supremo que agota y desmoraliza a los contrarios cuando ellos controlan el balón. Tengan en cuenta, al reflexionar sobre el liderazgo y la dedicación, que Andrés Iniesta –que marcó el gol que le dio la victoria a España en la prórroga de la final del Mundial contra Holanda– se incorporó a la academia con 12 años, venido de su club junior de Albacete. ¿Acaso las corporaciones del mercado actual forman con devoción y desde dentro a sus mejores talentos? ¿O existe la falsa ilusión de que la hierba es más verde en el jardín del vecino? ¿Nos comprometemos con nuestra gente porque los consideramos nuestro mejor recurso?
La aportación de jugadores catalanes y vascos al triunfo ha despertado un tenue patriotismo en estas regiones que España debe aprovechar para unirse bajo su bandera.
La institución deportiva mejor dirigida es el equipo de la ciudad de Barcelona, el FC Barcelona. Su eslogan es «Mes que un club!» («¡Más que un club!»). Por supuesto, el equipo compite sobre el terreno de juego, pero también vibra, todos los días, al ritmo de las inquietudes de su gente. Apoya su sentido de la generosidad y su carácter humanitario. «Tras nuestro escudo late un corazón», dijo Joan Gamper, el fundador del FC Barcelona. El club aporta el 0,7% de sus ingresos a la Fundación FC Barcelona, que crea programas de cooperación internacional para el desarrollo. Apoya los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU y se ha comprometido con los programas de ayuda humanitaria de Unicef al donar un millón y medio de euros. Incluso, paga por llevar el logo de Unicef en sus camisetas, mientras que otros equipos cobran por todo lo que aparece en sus uniformes. Es una alegría saber que la Copa del Mundo, probablemente el trofeo deportivo más valorado, se puede ganar con compromiso, integridad y un «corazón que late».
Durante la dictadura de Franco (1939-1975), a catalanes, vascos y otros se les prohibió hablar o publicar libros en sus otras lenguas maternas distintas del castellano. La victoria en el Mundial ha provocado la inusual imagen de gente en Barcelona que ondeaba la bandera española junto a la también roja y amarilla bandera catalana. El entusiasmo apareció en lugares inesperados ,mientras jugadores españoles provenientes de Cataluña (Xavi Hernández, Carles Puyol y Gerard Piqué) y del País Vasco (Xabi Alonso) jugaban y ganaban juntos. ¿Cómo puede España capitalizar este tenue patriotismo y aprovechar el momento para unirse totalmente bajo su bandera única? ¿Quién dirigirá un país deprimido por el faccionalismo nacionalista?
En última instancia, la clave de la victoria estuvo en los múltiples niveles de compromiso de un equipo en el que defender es tan importante como atacar.
El seleccionador Vicente del Bosque dirigió al equipo para lograr ganar el Mundial con el menor número de goles de la historia, con sólo ocho. El equipo se contentó con defender primero y buscar oportunidades infrecuentes para marcar. Estableció un relación perfecta entre la defensa y el ataque, en la que tanto defensas como delanteros fueron igualmente capaces de manejar el balón y distribuirlo por el campo. Los pocos goles añadieron tensión, pero España tuvo normalmente un control tan absoluto del partido que los goles nunca se convirtieron en la forma en que el equipo dominaba a sus contrarios.
En última instancia, la clave de la victoria estuvo en sus múltiples niveles de compromiso.
Autor
John A. Clendenin. Profesor. IE Business School